26 de marzo de 2010

Cuac

Ro:
¿Tenés el sí fácil?

Ava Adore:
En realidad, tengo el no difícil.

Nostalgias

Históricamente, ante la dicotomía lugardondemecrié - jungladecementodondevivo, la balanza se inclinaba por lo segundo sin grandes titubeos. Históricamente, digo, porque el tiempo ha pasado, y cada vez se achican más las diferencias. Sin embargo, y aunque por el momento mi aquí porteño pese más, hay tres cosas que cambian el panorama radicalmente:

a) Las tardes en lo de mis abuelos los fines de semana, principalmente en los meses fríos. La imagen de la calle con los árboles pelados y el sol radiante es tan fuerte que hace días no me la puedo sacar de la cabeza... El silencio de la siesta, los juegos de cartas con mi abuela y mi bisabuela... Mi mejor y más firme recuerdo de la niñez, sin dudas.

b) Las nochecitas invernales en la adolescencia, volviendo en bici de algún lugar.

c) El olor de Chivilcoy. Algunos posts atrás mencioné el olor que hay ahí en verano, pero es igual de lindo en cualquier estación. Es el único de los tres que todavía puedo vivir, y hace que me den ganas de tomarme el primer colectivo y quedarme allá feliz y tranquila, respirándolo.






Cada vez estoy más cursi, mátenme.

21 de marzo de 2010

Quiero escribir. Bah, necesito hacerlo; desahogarme de alguna manera. Me siento frente al teclado y no sé sobre qué escribir. O sí, se me ocurren muchas cosas...

Si elegí bien. Si nos apuramos. Cuánto te dejé llevarme. Qué va a pasar. Cuántas ganas tengo de esperar y saberlo. Cuán costoso va a ser el proceso. Si puedo enfrentarlo. Por qué, si estaba bien, no pude conmigo y necesité caos de nuevo. Lo que me das. Lo que me quitás. ¿Cuál es el saldo? Por qué estoy mal. Por qué los vericuetos del inconsciente siempre me pueden. Por qué lloro (sí, lloro). Si me mentiste. Si importa. Si somos tan distintos como decís. Por qué a veces te miro y me parecés un extraño. Por qué otras veces me pasa lo opuesto. Si tengo que hacerle caso al cuerpo. Si vas a bancártela. Si voy a bancármela. Si lo vale. Si me querés. Si te quiero.

Demasiado, ¿no?

10 de marzo de 2010

Soledad

Elige. Se contiene. Respira hondo. Trata de razonar. No le sale. La ansiedad es más punzante que su ímpetu racionalista. Elige de nuevo e incluso hace planes, que aplaca con los paños fríos del análisis mental. En semejante vorágine del yo, se da cuenta de que necesita hablar con X, pero que X no es una persona a la que se pueda acudir en situaciones así... Vuelve a cero. Y empieza de nuevo. Sola, como siempre.